sábado, 17 de diciembre de 2011

Adios, querida amiga.




La vida es algo que debe arder intensamente,
 y luego desaparecer.” Kardia de Escorpión

La historia en conjunto con la literatura universal, nos cuenta a través de sus páginas sobre incontables y épicas batallas, de combates extraordinarios, nos narra cómo ejércitos con marcadas desventajas tecnológicas, numéricas, geográficas y otras tantas que conforman una extensa lista; cayeron como héroes o resultaron victoriosos. Con estoicismo y valentía aquellos guerreros exhalaron su último aliento, blandiendo sus aceros como relámpagos, descargando sus fusiles desde las trincheras contra el enemigo, bajo una lluvia de plomo y  un cielo de fuego.

La lucha de Kritsma no fue en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, ni tampoco en la épica defensa del fuerte de Eger en Hungría,  o la legendaria batalla de las Termópilas. Su lucha, igualmente admirable, se desarrolló contra una enfermedad, un asesino silencioso, que al final terminó tomando su vida. Sin embargo se plantó como el mejor de los guerreros, repeliendo los ataques de su feroz enemigo, con fortaleza, valentía, determinación; y sobre todo, optimismo.

Mujer excepcional, alegre, creativa, noble y sobre todo valiente fueron algunas de sus mejores cualidades. Su lucha dejó un gran ejemplo, una herencia, a todos los que tuvimos el privilegio de conocerla, de cómo enfrentar la adversidad, y sonreír a pesar de ésta. 

Gracias Kritsma por tu amistad, me quito el sombrero ante ti, que en tu lucha hiciste arder el fuego de tu vida hasta el final. Descansa en paz, querida amiga, te echaré de menos. 

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