País de intereses somos, de Estados Unidos como patio trasero servimos,
sin chistar, coca y yerba surtimos; y Rápidos Furiosos recibimos,
¡los caprichos favoritos de nuestro vecino!.
La muerte admiraba, como Calderón y sus antecesores, a México remataban;
y entonces pensó: ¡Yo también quiero ser acreedor!
A los Pinos llamó, Pemex solicitó pero Calderón se lo negó,
entonces la parca demandó: ¡La banca quiero yo!
Pero Calderón respondió: Uy! hace mucho que en españolitos y gringos cayó.
La huesuda iracunda, su guadaña blandía, y a Felipe preguntó: ¿Queda algo a disposición?
Sorbiendo tequila, Calderón la ceja fruncía,
y luego de un largo rato balbuceó: Te tengo de regalo, más de 100 millones de mexicanos.
La parca sus manos frotaba,
mientras a Calderón le sugería: A cambio de tu gente, legitimarte en la presidencia podría.
Inmediatamente, policías, soldados y sicarios,
a balazos conversaban; cayendo en ambos bandos, el marcador se empataba
y a veces desequilibraba, por transeúntes que en la baba estaban.
Calderón feliz se encontraba, pues su puesto aseguraba,
pero más sabe la parca, por vieja que por flaca.
Al mero estilo de la conquista, un espejito por oro, la muerte cambió.
Ignorando Calderón, que por los colaterales abatidos, hay cada vez menos mexicanitos.
Dólares y petróleo a Calderón no salvaron,
a rastras la muerte se lo llevó,
y a sus adentros pensó: ¡Envídiame Wall Street, que a pesar de la crisis,
en un parpadeo, mejores rendimientos cosecho!
Clap Clap! Me encanto!
ResponderEliminarcual es el futuro de calderón el exilio
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