domingo, 8 de julio de 2012

De bufón a presidente


Mi crítica de lo que fue el segundo debate entre candidatos a presidente en México, el resultado como de costumbre, desastroso.


De bufón a presidente

NTRzacatecas.com
René Fernando Lara Cervantes
Martes 12 de junio de 2012
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El debate de presidenciables del pasado domingo, fue la última oportunidad para éstos de exponer sus propuestas y ganarse adeptos. Los candidatos salieron al ruedo con estrategias bien definidas: Peña y López a mantener sus posturas y proyectos, mientras Vázquez los acribilló disparando, una y otra vez, municiones de corcho. Quadri, sin proponer mucho, esquivó los tiros de la impetuosa Josefina. Tan insípido, como estéril e improductivo, fue el debate. La culpa de eso es la falta de institucionalidad de nuestro país, en concreto, del Instituto Federal Electoral (IFE). ¿Cuál es el sentido de tener una institución que vele por una conducción adecuada de la jornada electoral, si no hace bien su trabajo?

Existen varias definiciones del término institución, quizá una de las más aceptadas sea la creada por Douglass North, para quien una institución son las reglas del juego en una sociedad, las limitaciones creadas por los hombres que delimitan la interacción humana. Éstas tienen diversos fines, sobre todo el de incentivar ciertos comportamientos y el aplicar sanciones si se rompe alguna regla, buscando disminuir el riesgo en una transacción. Su alcance se manifiesta en lo social, económico y en este caso concreto, en lo político.
Julio Boltvink describe la organización e importancia de iniciativas independientes, que se manifiestan ante la necesidad de certidumbre en las elecciones, debido a las malas prácticas de los partidos como la compra del voto, las gastos de campaña que rebasan lo legal y el uso propagandístico de las encuestas, entre otras.

¿Dónde está el IFE para velar por una contienda electoral justa? Falta la aplicación en forma de la Ley Electoral, en las luchas previas, y en el aprendizaje colectivo que cataliza el activismo en la sociedad.
Al estudiar las instituciones se arguye que éstas nacen a partir de una necesidad y envuelven elementos religiosos, culturales e históricos; que para el caso mexicano, la historia quizá sea el componente más importante. Aunque la construcción de una institución es un proceso largo, ya que el conocimiento y las reglas que la componen, tienen que ser propagadas y aceptadas voluntariamente, o impuestas por el Estado, y esos procesos consumen un tiempo considerable.

Si se aplica en un sentido muy estricto la definición de instituciones, el IFE no pasa la prueba de fuego, a fin de cuentas, las condiciones las ponen los partidos que contienden por los puestos públicos ante una complaciente autoridad electoral, tan dadivosa, que les permite a los candidatos fijar las condiciones, estructura y tiempos del debate. ¿Dígame usted de que sirven poco más de ocho minutos para describir a detalle la propuesta sobre política económica, ambiental, la estrategia de seguridad y demás aspectos relevantes de la agenda nacional?

Pero, qué esperar con reglas tan favorables a los partidos políticos, que las usan para aprovechar al máximo las asimetrías de información, que en términos sencillos implica que una de las partes tiene información privilegiada, que la otra no posee. En un debate las partes somos el electorado y los candidatos, y ahí los candidatos aprovechan esos cortos tiempos de exposición para sacarle jugo a tales asimetrías a través de sus promisorios proyectos de nación, sin explicar cómo y con qué los van a lograr.

¿De dónde van a salir los 300 mil millones de pesos de los que habló el Sr. López? En ese momento, imposible de saberlo, ya que tampoco había tiempo suficiente para exponer la metodología que ofreciera una respuesta satisfactoria. ¿Que las cuentas no salen, doña Josefina? Una justificación adecuada necesariamente requiere un mayor tiempo para validar la aseveración. Así, qué vergüenza ser presidenciable, y saber que lo mejor que provocaron fueron carcajadas por imaginarse a Peña, López y Quadri, con vestido y maquillaje.
Qué pena que no existieron cuestionamientos serios sobre las propuestas de cada uno de los candidatos, para probar las aseveraciones de las que propagandísticamente hacen uso a fin de ganarse el corazón de los votantes. Y peor todavía, qué tristeza que el Instituto Federal Electoral permite se realicen debates inútiles e improductivos; ya que hacen imposible para los ciudadanos determinar cuál propuesta y por qué fue la ganadora.

Para nuestra fortuna, los movimientos ciudadanos y estudiantiles que a lo largo de la contienda electoral han sorprendido a propios y extraños, pueden ser parte de la solución al problema; sin embargo, tendrá que pasar algún tiempo para que el movimiento se consolide como institución o pueda fortalecer a las instituciones ya vigentes en el área electoral. A pesar de encontrarse en etapa incipiente, no se pueden desestimar sus logros: el revés asestado a la partidocracia autoritaria con la transmisión del debate por los canales de mayor cobertura; y quizá con un esfuerzo adicional logren fomentar debates que sí permitan determinar los pros y contras de las propuestas.

Qué le parecería, por ejemplo, que semana a semana los candidatos debatieran sobre un sólo aspecto común de sus proyectos; con tiempo suficiente para discutir a detalle sus contenidos y metodologías que den al auditorio la información necesaria para generar un juicio sobre los proyectos de nación. Este formato implica cumplir dos condiciones: la existencia de candidatos y ciudadanos educados. Con sinceridad espero, querido lector, que en el futuro cercano desaparezcan los debates que se ganan por la formulación de los chismes o las imputaciones “creativas”. Señores candidatos, ustedes buscan la Presidencia de la República, no una plaza de bufón en la corte. Hasta el próximo martes.

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