miércoles, 26 de octubre de 2011

Las ventanas mexicanas rotas


Se dice que una ventana rota, de no repararse, deriva en más ventanas rotas y además; con el paso del tiempo a terminar en asuntos más severos. ¿Qué pasa si aplicamos esto al caso de México?


Las ventanas mexicanas rotas

NTRzacatecas.com
René Fernando Lara Cervantes
Martes 18 de octubre de 2011

Imagine el siguiente experimento: tome un auto en buen estado, llévelo a un barrio descuidado y poco amigable a su elección, deje las puertas abiertas y espere a ver qué ocurre. ¿Puede imaginarse el resultado? El experimento anterior fue conducido por el psicólogo Philip Zimbardo de la Universidad de Stanford, en 1969. Zimbardo abandonó un coche, como mencioné antes, en una calle del Bronx, donde en un lapso de 10 minutos empezaron a robar sus componentes y al no quedar nada de valor, comenzaron a destrozarlo.
Ahora extienda el experimento a otro contexto, ¿qué pasará si deja un auto igual, en buen estado, pero en un barrio rico? El psicólogo de Stanford dejó en un barrio rico de Palo Alto, California, un coche en condiciones similares. Transcurrió una semana y nada había pasado, el coche seguía intacto. Entonces Zimbardo dio un paso más y con un martillo destruyó algunas partes de la carrocería. En apariencia, era la señal esperada por los habitantes de Palo Alto, y en pocas horas el vehículo estaba tan destrozado como el del Bronx. Los resultados del experimento fueron utilizados por James Wilson y George Kelling para formular la teoría de las ventanas rotas que versa sobre el contagio de las conductas inmorales o incivilizadas, los autores utilizan el siguiente ejemplo para fundamentarla: “si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. ¿Por qué? Porque es divertido romper cristales, desde luego. Pero, sobre todo, porque la ventana rota envía un mensaje: aquí no hay nadie que cuide de esto”.
México puede ser el edificio del ejemplo, destruido por criminales que cometen hechos violentos; asaltados sus componentes, palabra que aproxima bien al concepto de patrimonio, por criminales de cuello blanco; y otras tantas ocasiones vapuleado por la escasez de valores de una ciudadanía que comete actos, flagrantes pero aparentemente inofensivos. Las ventanas rotas en México son muchas, por ejemplo, el despliegue de cinismo y falta de compromiso del diputado federal Jorge Kahwagi con su responsabilidad y función, quien luego de no asistir en lo que va del año se presentó a una sesión, según la nota periodística, desaliñado, mentalmente ausente y en un estado deplorable para quien ocupa una curul en la máxima legislatura de nuestro país. Se presentó únicamente para frenar la propuesta de la Reforma Política en cuanto a la reelección de legisladores y alcaldes, donde su voto era decisivo. Uno de los cristalazos de la semana pasada, que en palabras del diario El Siglo de Durango, “en el señor Kahwagi se resume el perfil de aquel que vive de los impuestos de los demás, que no tiene los méritos suficientes, ni la capacidad para ser un servidor público”.
Otro cristalazo y no menos importante corresponde al pan de cada día de los medios de comunicación, la crisis de seguridad. El secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, el pasado 13 de octubre en comparecencia ante el Congreso de la Unión confrontó a los diputados, que le criticaron fuertemente por no haber logrado reducir el miedo, la violencia, los asesinatos, las desapariciones y violación a los derechos humanos a pesar del incremento del gasto en la SSP. La Jornada (nacional) reportó que al preguntarle si ya ha pensado cómo vivirá con el problema de la seguridad cuando deje ser secretario y sea ciudadano, o en dónde estaba cuando se fraguó el operativo Rápido y Furioso; García Luna simplemente guardó silencio. Si sumamos a este silencio, la cifra oficial de los cerca de 50 mil muertos por el combate al narcotráfico, queda roto un ventanal enorme, que aún no ha sido reparado para evitar la proliferación de la violencia, el miedo y el terror con los que lidiamos cada día los ciudadanos mexicanos.
La última ventana rota de este análisis corresponde a Felipe Calderón, quien al ser entrevistado por el diario The New York Times sobre temas de seguridad y crimen organizado arguyó que prefirió no reclamar al gobierno estadounidense ni a la Oficina para el Control de Alcohol, Tabaco y Armas de fuego (ATF, en inglés) sobre el operativo Rápido y Furioso, pues no serviría a los intereses de México. Según FECAL, de hacerlo debilitaría a los verdaderos aliados de México en la guerra contra el crimen organizado, además trató de darle una ventaja comparativa a su devaluada estrategia en el combate a la delincuencia, argumentando que la solución de muchos priístas para resolver la crisis de inseguridad es a través de supuestos acuerdos que hubo en el pasado con el crimen organizado y que se cree podrían funcionar hoy. Los argumentos de Calderón respecto a la inseguridad no tienen coherencia. Si la seguridad de los mexicanos no está dentro de los intereses de México, no imagino qué lo estará, y es así como nuevamente apedrean los ventanales de nuestro país.
Según El País, cuando aparece un grafiti en una pared, si no se borra pronto, toda la pared –y las circundantes– aparecerán llenas de éstos. De ahí la importancia de mantener la ciudad limpia, las calles en orden, los jardines en buen estado; por eso la relevancia en la conciencia de los ayuntamientos sobre estos asuntos. Si extrapolamos esto a otros ámbitos, como el de los dirigentes de la nación, el caso del diputado Kahwagi nos debería concientizar sobre la intolerabilidad de esa conducta en un servidor público. ¿Se repite este comportamiento? Para saberlo pregúntese: ¿Calderón y García Luna obedecen las normas (tácitas y/o explícitas) para mantener el orden en el país, mientras éste se deteriora a una velocidad sorprendente, y actúan con respeto a los derechos humanos? Al no estar esto claro, ni las normas mismas para los ciudadanos, es probable que como sugiere la teoría estemos enviando el mensaje, para este caso específico, de que no hay nadie que vigile las acciones de los “guardianes” de nuestro México, favoreciendo la expansión y prosperidad de conductas cínicas e inmorales.
Como sugería el filósofo Kant: actúa siempre de modo que tu conducta pueda ser considerada una regla universal. Así que no sobornemos, no robemos y no defraudemos; recuerde, romper cristales puede ser un placer, algo salvaje y tal vez divertido para algunos; pero cambiemos, nosotros ciudadanos, para cambiar a México. Es tiempo de pensar en los demás. Hasta el próximo martes.

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